Dios vuelve en una Harley by Joan Brady

Dios vuelve en una Harley by Joan Brady

autor:Joan Brady [Brady, Joan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Didáctico, Filosófico
editor: ePubLibre
publicado: 1994-12-31T23:00:00+00:00


En el trabajo, nadie dio muchas muestras de alegrarse cuando entregué la solicitud para cambiar mi condición laboral a la de empleada por horas. Todo el mundo me preguntó si había empezado a trabajar en otro sitio o si iba a volver a estudiar. Por lo visto, era un disparate que alguien quisiera disponer de más tiempo simplemente para disfrutar de la vida. Claro que seguían creyendo que la única manera de disfrutar de la vida era ganando todo el dinero posible y, ¿cómo podías conseguir eso trabajando por horas? Sin duda, iría de perlas que Joe se diera una vuelta por ahí. Intentaron incluso chantajearme enarbolando sentimientos de culpabilidad, pero puse todo mi empeño en que no lo consiguieran. Estaba decidida a cuidar de mí misma ante todo y sobre todo.

Había calculado que podría trabajar dos turnos semanales de doce horas y uno de ocho horas y seguir arreglándomelas con las facturas, siempre que redujera algunos de mis gastos. Estaba más que dispuesta a recortar un poco el presupuesto si aquello significaba más tiempo para explorar todos los nuevos aspectos de mi vida.

Hasta donde alcanzaba mi memoria, me había definido siempre por el trabajo que hacía. Cuando la gente preguntara, ¿qué haces?, quería tener una respuesta mejor que la de «soy enfermera». Era más que una enfermera, tenía que serlo. Era hora de descubrir qué más era. Joe me había incitado a pensar de un modo distinto, y yo confiaba en su criterio. No era feliz ni lo había sido durante mucho tiempo, aunque había estado demasiado ocupada para darme cuenta. Era el momento de descubrir quién era yo y qué era lo que de verdad quería.

Luego estaba la cuestión del apartamento. No podía creer que estuviera renunciando a mi rinconcito en la jungla de cemento para trasladarme a una casita aún más pequeña y menos moderna en la playa. Pero era cierto y nada iba a detenerme a estas alturas. Estaba fascinada por las cosas que Joe me enseñaba de mí misma y tenía que admitir que quizá mi estilo de vida y mis prioridades habían sido un poco superficiales. Cuando estás tan vacía y tan insatisfecha como yo lo estaba, no cuesta mucho aceptar riesgos. Si no hay nada que perder se toman decisiones intrépidas.

De nuevo habían pasado casi dos semanas sin tener noticias de Joe y me preguntaba si las apariciones quincenales iban a ser la pauta. Aunque también sabía que alguien como Joe jamás se dejaría regir por la rutina. Era un espíritu libre y al parecer tenía el poder de sacar a la superficie el espíritu libre que había en mí, un espíritu libre que yo ni siquiera sabía que poseía.

El primero de mes estaba ya en la «casa de la playa», como me gustaba llamarla, desempaquetando cajas de cartón. No podía imaginarme cómo iba a meter todo mi «arsenal» en la nueva vivienda pues ya había tenido problemas para acomodarlo en mi antiguo y más espacioso apartamento. No es que tuviera tantas cosas, pero por lo visto era más de lo que necesitaba el personal que decidía vivir en la playa.



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